Estoy Deprimida Y No Tengo Ganas De Hacer Nada

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Estoy Deprimida Y No Tengo Ganas De Hacer Nada – La depresión es una enfermedad crónica y recurrente que afecta al 8-12% de la población. ROOS KOOLE / PRENSA DE CORDON

Depresión no es pasar por un mal momento, decepción, sentirse enojado o triste por la indudable injusticia del mundo. La depresión es una enfermedad crónica y recurrente que afecta del 8% al 12% de la población y es la primera causa de discapacidad (la primera, según proyecciones de la OMS en 2030).

Estoy Deprimida Y No Tengo Ganas De Hacer Nada

Estoy Deprimida Y No Tengo Ganas De Hacer Nada

En la fase aguda, un paciente deprimido se siente desproporcionadamente triste, deprimido, sin energía y sin ganas de realizar ninguna actividad, inseguro y lleno de pensamientos catastróficos sobre sí mismo, el pasado y el futuro. El sujeto se siente atrapado en la desesperanza y con baja autoestima, abrumado por sentimientos de culpa e inutilidad. Suele creer que es una carga para los demás, una persona que no tiene cura ni posibilidad de avance o mejora. El escritor William Styron, que sufrió la Gran Depresión, la describió como una “lluvia gris de terror”. Una persona se sorprende cuando descubre que su mente no funciona con la agilidad y precisión de antes, tiene bloqueos, olvidos, incapacidad para tomar decisiones o planificar tareas sencillas.

Pensamientos Y Tristeza ¿cómo Interactúan?

Básicamente, tus instintos de supervivencia, las cosas que normalmente te hacen sentir vivo, están apagados. En la gran mayoría de los casos, pierden el apetito y sufren anhedonia, es decir, la incapacidad para disfrutar de la vida. Una persona, aunque cansada y con poca energía, registra paradójicamente dificultades con el sueño: tiene dificultad para dormir o no duerme, y deambula por la noche, esperando ansiosamente el amanecer de un nuevo día. Un paciente deprimido evita el contacto social, porque considera que todo intercambio humano es doloroso y sin sentido, y toda tarea o responsabilidad se vuelve abrumadora y ciertamente redundante. A partir de esta incertidumbre fundamental, el mundo se vuelve amenazador, hostil, difícil de esquivar si es posible.

Una persona se sorprende cuando siente que su mente no funciona de manera inteligente y precisa, tiene estreñimiento, olvido, incapacidad para tomar decisiones y planificar tareas. Básicamente, tu vida instintiva, lo que normalmente te hace sentir vivo, se apaga.

Así, la depresión no es sólo una manifestación profunda de emociones negativas (tristeza, miedo, ira, añoranza, decepción…), sino un declive constante de la biología que hace que una persona se sienta viva: tono, vitalidad, humor, instinto. Numerosos estudios de neuroimagen indican la existencia de importantes cambios en la regulación del estado de ánimo: reducción del volumen del hipocampo, hiperactivación de la amígdala ante estímulos negativos, debilitamiento del circuito de recompensa de la corteza prefrontal, estriado y núcleo accumbens… el cambio debe Ser muy intenso para provocar ese “colapso de energía””, relatado por los pacientes, o más bien Sylvia Plath: “No puedo escribir una carta. Dioses terribles. Me siento atado a una estrella fría, no puedo sentir más que un horror irreversible. Entumecimiento” (Diarios, 1957).

Sin embargo, en la sociedad todavía existe una percepción de la depresión como una simple reacción emocional ante eventos no deseados. En una encuesta realizada por nuestro grupo en cooperación con la empresa Ipsos, preguntamos a 1.700 personas de todo el país sobre las causas de la depresión, según la edad, el género y la actividad laboral. El 53% respondió espontáneamente “eventos vitales adversos”, mientras que solo el 6% insinuó factores biológicos o genéticos. El resto de la encuesta es consistente con la visión “reactiva” y más leve de la depresión: la mayoría de los encuestados intentaría ayudar a un paciente deprimido alentándolo a “hacerse activo” (90%), “pensar positivamente” (87%) o ” Haz tu parte” ” (76%). La mayoría de los encuestados cree que un psicólogo es el especialista más adecuado para el tratamiento del trastorno, en lugar de un médico de familia o un psiquiatra. El 50% cree que la depresión se puede tratar, y el 14 % que no es una enfermedad Los resultados muestran que el concepto de depresión es una banalización general, que tiene consecuencias desastrosas en el abordaje de esta enfermedad: al mismo tiempo, cuando minimiza el sufrimiento de los pacientes con verdadera depresión, el malestar psicológico , aumenta la frustración y la ansiedad. Categoría de enfermedad y accidente.

Impulso De Hacer Daño

La consecuencia más inmediata de este malentendido es el colapso de los centros de salud mental que originalmente fueron creados para el tratamiento integral y permanente de los trastornos mentales graves (como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo-compulsivo o la depresión mayor). ), y ahora se reorganizan violentamente para responder a una oleada de demandas emocionales disfrazadas de “depresión”. Por ejemplo, en España sucede todos los días que un trabajador que se siente maltratado en las condiciones laborales -y por ello siente rabia, enfado, rabia y hasta desesperación- no acude a denunciar a un abogado o sindicato, como sería natural. . . , sino a una consulta con un psiquiatra, donde el especialista trata de absorber el sufrimiento con terapia de apoyo, sugiere métodos de afrontamiento y … prescripción de medicamentos (porque, efectivamente, con un antidepresivo, su reacción al estrés mejorará significativamente, y en el Al final os afectará a todos).

Sí, las recetas de antidepresivos han aumentado un 200% en los últimos 15 años. Otras personas acuden a asesoramiento psicológico y reciben altas dosis de psicología positiva, lo que ayuda a ver y pensar en una situación desfavorable (Epicteto ya decía que no importa la realidad, sino nuestra interpretación de ella…). El modelo clínico ha demostrado ser muy útil para explicar los trastornos mentales graves, pero no es efectivo para explicar y dar sentido al sufrimiento inherente a la vida humana. De hecho, en unas pocas décadas hemos pasado de consagrar el sufrimiento (“cargar la cruz de Cristo”) a intentar reprimirlo con psicofármacos o terapia cognitiva. El nuevo reto de nuestra sociedad es resolver esta “enfermedad médica” de forma más humana, constructiva, transformadora, con mayor énfasis en las redes de apoyo y los recursos potenciales del sujeto, aceptando la importancia de las emociones negativas para la adaptación al entorno y Supervivencia. . ¿Dónde hacerlo? Una opción es la atención primaria de salud, pero mientras los médicos de familia dispongan de 4 a 5 minutos por paciente, esto es difícilmente posible. Hay iniciativas prometedoras para incluir psicólogos regulares en los centros de salud, para dar más tiempo y capacitación adicional en salud mental a enfermeras y médicos, o para crear un psiquiatra consultor que asesore, derive o haga un seguimiento de los casos sin derivarlos a atención médica especializada.

La depresión no es sólo una manifestación profunda de emociones negativas (tristeza, miedo, ira, añoranza, desilusión…), sino un declive constante de la biología que hace que una persona se sienta viva: tono, vitalidad, humor, instinto.

Estoy Deprimida Y No Tengo Ganas De Hacer Nada

Liberar a los pacientes con patrones reactivos o adaptativos de las redes de atención de salud mental nos brindará una gran oportunidad para dar el salto en la calidad de la atención que aún necesitamos. Aunque la reforma psiquiátrica de los años 80 supuso un avance histórico en la humanización del tratamiento de los trastornos mentales, y aunque en los últimos años (antes de la crisis) se ha desarrollado una adecuada red social de atención psiquiátrica, todavía tenemos temas pendientes de revisión:

Salud Mental: España, En Terapia

1. Uniformar la calidad de la atención de los trastornos mentales en todo el país. Hoy en día, existen notables diferencias entre comunidades autónomas en la ratio profesional/paciente, en la disponibilidad de recursos para la rehabilitación psicosocial y en el funcionamiento de los programas de continuidad asistencial.

2. Mejorar el tratamiento de los trastornos mentales graves desde el inicio, que suele presentarse en la juventud. Para ello, es necesario implementar programas de atención temprana a la psicosis, que incluyan un enfoque preventivo dirigido a grupos de riesgo. En este sentido, debería desbloquearse finalmente la creación de la especialidad de psiquiatría infanto-juvenil.

3. Desarrollo de programas especiales de atención a patologías específicas, como el trastorno bipolar, la psicosis refractaria, los trastornos de la conducta alimentaria o los trastornos de la personalidad. La subespecialización específica, como en otras especialidades, aumenta la competencia del clínico, permite la actualización de conocimientos e investigaciones y, en general, ofrece una mejor atención a los pacientes.

Un fuerte compromiso político con la atención a las personas con trastornos mentales graves es una buena opción para la sociedad y, además, un indicador de su integridad moral. Para ello, en primer lugar, es necesario distinguir la enfermedad mental del simple sufrimiento inherente a la vida humana. Primero, debemos ser capaces de ofrecer a los pacientes el mejor tratamiento médico y psicosocial. Debido al sufrimiento, es posible que tengas que recurrir a cambiar tu filosofía de vida.

Por Qué Tengo Depresión Si Lo Tengo Todo?

Guillermo Lajera Forteza es médico psiquiatra, catedrático de psiquiatría y psicología médica de la Universidad de Alcalá e investigador del CIBERSAM.

Es Catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá y Jefe de Servicio del Hospital Universitario Príncipe de Asturias. Es el editor en jefe del European Journal of Psychiatry.

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Estoy Deprimida Y No Tengo Ganas De Hacer Nada

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